10 de octubre: día mundial de la salud mental.
Una llamada global al cuidado de lo invisible.

10 de octubre: día mundial de la salud mental.

La salud mental es tan esencial como la física. Sin embargo, sigue cargada de silencios, estigmas y barreras. Este día nos recuerda que hablar, escuchar y acompañar salva vidas. La prevención, la atención y el cuidado son tareas colectivas a la par que responsabilidad de todos.

El lema elegido para el Día Mundial de la Salud Mental 2025 es “Compartimos vulnerabilidad, defendamos nuestra salud mental”. Esta consigna nos recuerda que la fragilidad emocional no es un defecto, sino una condición humana común que puede transformarse en fortaleza cuando no se vive en soledad, sino acompañado/a, y con los apoyos adecuados.

Asumir que todos compartimos vulnerabilidades nos invita a derribar barreras, desmontar mitos y admitir sin miedo que cuidar la salud mental no es un asunto individual o de tan solo unos pocos, sino todo lo contrario, nos compete a todos y se expone como una responsabilidad colectiva para defender a ultranza y en aras de una protección sin reservas.

La salud mental ha venido siendo el pilar olvidado que sostiene nuestra vida. Y, sin embargo, la realidad es que hoy más que nunca empezamos tímidamente a situarla en el lugar que merece.

El peso de lo invisible

La salud mental afecta a cada aspecto de nuestra vida: cómo pensamos, sentimos y actuamos. Desafortunadamente, durante décadas ha sido relegada a un segundo plano, como si fuera menos real o pertinente que la salud física. Afortunadamente, la celebración de este 10 de octubre sirve para recordarnos que la mente también necesita cuidado, recursos y atención permanente.

Un problema global

La Organización Mundial de la Salud estima que una de cada ocho personas en el mundo vive con un trastorno mental y con los nuevos datos publicados ya son más de mil millones de personas las que padecen trastornos de salud mental (OMS, 2025). Ansiedad, depresión y otras afecciones se han convertido en una de las principales causas de incapacitación y sufrimiento donde todas las edades y/o estratos sociales pueden verse alcanzadas. Reconocer esta realidad es el primer paso para concienciar, visibilizar y reivindicar una respuesta e inversión mundial con altura de miras donde la consecuencia más inmediata sea una actuación consciente y de alto impacto.

El estigma que duele

Más allá de los síntomas, quienes atraviesan problemas de salud mental se enfrentan a la incomprensión y el rechazo social. El estigma actúa como una barrera que impide pedir ayuda o hablar abiertamente de lo que se siente y, por tanto, del infortunio que está experimentando la persona. Romper ese silencio es una de las tareas más urgentes de nuestra sociedad para abrirse al diálogo que pueda involucrar sin miedo y sin fisuras, así como a la necesidad de acabar con la carga de etiquetas estigmatizantes.

Salud mental en todas las etapas de la vida

Niños, adolescentes, adultos y mayores pueden ser objeto de dificultades psicológicas. La infancia y la adolescencia suponen momentos críticos en el desarrollo evolutivo donde la detección temprana es sin duda la clave, y la vida adulta conlleva retos como el estrés laboral, las pérdidas o el envejecimiento para los que aprender a saber hacer frente. La salud mental nos acompaña en todas las fases de la vida sin excepción. Por ello, cuidarla, es cuidarnos.

Consecuencias del descuido

Ignorar la salud mental trae consigo un coste elevado a todos los niveles: baja productividad, dificultades en las relaciones, mayor vulnerabilidad y propensión a enfermedades físicas y un riesgo incrementado de conductas autodestructivas. El impacto no es solo individual, también afecta a las familias, comunidades e incluso sociedades enteras. La salud mental es un preciado bien que ningún país puede permitirse descuidar. Más bien todo lo contrario. Invertir en salud significa invertir en las personas, las sociedades y las economías (OMS, 2025).

La importancia de pedir ayuda

Buscar apoyo psicológico o psiquiátrico no es señal de debilidad, sino de valentía. Reconocer que necesitamos acompañamiento profesional puede marcar la diferencia entre sufrir en silencio y dar paso al inicio de un proceso de recuperación. Dar ese primer paso (nos) abre la puerta a la posibilidad de sanar y recuperar el equilibrio. Cuidar de la salud mental no solamente es una forma indispensable de cuidar de nuestra vida, sino también de quienes nos rodean.

Qué podemos hacer como sociedad

La salud mental no es solo un asunto individual: nos compete a todos por igual. A nivel global, se ha convertido en uno de los grandes retos de la salud pública del siglo XXI que requiere de políticas públicas, recursos (económicos y humanos) multidisciplinares y adecuados, educación emocional en escuelas y espacios de trabajo saludables donde lo que prime sea la prevención y un firme compromiso colectivo adquirido que sitúe el cuidado psicológico al mismo nivel que el cuidado físico. No hay duda: la mejor forma de abordarla es, por un lado, reconocer la trascendencia de su envergadura, otorgarle su auténtica valía y situarla en el panorama central de la agenda social y sanitaria; y, por otro, aunar esfuerzos donde la prevención, la detección y atención tempranas y el apoyo social y comunitario se presenten como condición sine qua non para su satisfactorio afrontamiento. Invertir en salud mental es invertir en la calidad y el bienestar del desarrollo humano.

El valor del acompañamiento

Escuchar sin juzgar, brindar apoyo, tender una mano amable y mostrar empatía son gestos que, en ocasiones, salvan vidas. Cuidar de quienes nos rodean conlleva estar atentos a las diferentes señales de alerta que aprender a detectar y ofrecer una red de apoyo que ofrezca la confianza necesaria para hablar a quienes lo necesiten. Haciendo honor al lema elegido para el Día Mundial de la Salud Mental 2025: compartamos vulnerabilidad, defendamos nuestra salud mental y la de todos.

La esperanza como horizonte

Con tratamiento adecuado, apoyo social y estrategias de autocuidado, la mayoría de los problemas de salud mental mejoran o, al menos, pueden ayudar a seguir avanzando en el camino. La esperanza se presenta como un recurso tan valioso y e imprescindible como cualquier medicamento. Recordarlo este día impulsa a no bajar la guardia y a seguir construyendo un mundo más humano, donde la sociedad actúe con mayor sensibilidad y logrando que nadie se sienta solo/a en su dolor y que, de ese modo, exista la certeza de que pedir ayuda en todo caso es un acto de valentía que siempre merece la pena.

Hagamos que este 10 de octubre no sea solo un mero día de calendario, sino que se convierta en un recordatorio tangible de que la salud mental forma parte real de nuestra vida y, por ello, requiere de un especial cuidado permanente.

Buscar ayuda de profesionales especializados.

Son quienes mejor podrán asistirte porque SON quienes específicamente están capacitados y cualificados para atenderte ya que poseen las habilidades y herramientas necesarias para evaluar la situación, intervenir en el manejo de situaciones y conversaciones difíciles, brindarte el tratamiento oportuno y actuar con rapidez en situaciones críticas.

Si tienes un ser querido que está atravesando un momento difícil, recuerda que tu atención y apoyo pueden ser el impulso que necesita para encontrar el camino hacia la recuperación. 

Y si eres TÚ quien está sufriendo o atravesando un momento nada fácil de sobrellevar, por favor, no decaigas, mantén la esperanza: hay ayuda, hay personas que se preocupan profundamente por tu bienestar, y hay una salida, incluso si ahora parece difícil de encontrar. A veces, el comienzo de un nuevo rumbo ES pedir ayuda. Soy consciente de que dar el primer paso puede ser difícil, pero no tienes que hacerlo solo/a.

Sea lo que sea lo que te pase, cuéntalo, compártelo, ayúdate y ayúdame a ayudarte si tu deseo es contactarme.

Si estás en un momento de crisis y/o necesitas ayuda en este preciso instante, por favor, haz uso de los recursos de ayuda que tienes a tu disposición los 365 días del año, las 24 horas del día:

  • 112, teléfono de emergencias.
  • Línea 024 de atención a la conducta suicida.
  • Fundación ANAR para la ayuda a niños/as y adolescentes: 900 20 20 10.

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