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El duelo es un proceso natural, único, personal y con altibajos. Algunas personas pueden encontrar alivio más rápido, mientras que para otras el duelo puede prolongarse durante meses o por un tiempo mucho mayor de lo deseado. En este proceso, el acompañamiento adecuado puede marcar la diferencia, sobre todo si sientes o experimentas:
No hay una forma "correcta" de vivir el duelo. El peso de cada pérdida es único y deja una huella irrepetible. No tienes que "ser fuerte" todo el tiempo, ni tampoco parecerlo. Sentir vacío, soledad, culpa e incluso rabia es parte del proceso. A veces, el mundo sigue como si nada hubiera pasado, y la realidad es que para ti todo ha cambiado. Hablar del dolor, compartir la carga emocional y recibir orientación sobre cómo afrontar los distintos momentos del duelo facilita la adaptación a una nueva realidad. Hablar de lo que sientes, compartir tus emociones y recibir apoyo no significa hacer lo posible por olvidar, sino encontrar un camino para integrar la ausencia de la persona querida en tu vida sin que el dolor lo acapare todo.
El duelo no solo se da por la muerte. También puede surgir por una ruptura, la pérdida de un trabajo, un cambio radical o cualquier otra situación de pérdida significativa.
En cualquier caso, tu dolor importa, y no tienes que atravesarlo solo/a y en silencio. No hay prisa ni tampoco presión, el proceso es tuyo y lo recorreremos juntos/as. Te ofrezco un espacio seguro donde puedas expresar tu dolor sin miedo ni juicios. El duelo transforma, pero con el apoyo adecuado, es posible hallar consuelo y reconstruir el equilibrio emocional que te permita avanzar en la dirección deseada. Estoy aquí para ti.
Duelo y Pérdidas
En líneas generales, los estudios reflejan un promedio de una duración entre uno y dos años. Sin embargo, la realidad es bien distinta, puesto que a cada uno/a le lleva su tiempo y cada uno/a necesita su propio tiempo: el tiempo es relativo, orientativo y no se ajusta por igual ni de manera uniforme a todos los dolientes.
Los primeros meses suelen ser los más intensos emocionalmente, y muchas personas comienzan a notar una ligera mejoría entre los 6 y 12 meses tras la pérdida. Aun así, es completamente normal que el dolor resurja en fechas significativas o en momentos delicados, incluso años después.
Partimos de la base de que el duelo es un proceso connatural a la vida que se experimenta ante la pérdida de un ser querido y depende de múltiples factores en función de la persona, sus circunstancias y el contexto en el que se halle.
Se trata de una experiencia profundamente humana y universal que todos/as vivimos en algún momento de la vida tras una pérdida significativa; y, aun así, cada uno/a la vive de manera única.
El duelo no es un proceso lineal o estandarizado. Al contrario. Es dinámico, cambiante y fluctúa con con el paso del tiempo, el vínculo perdido, las circunstancias de la pérdida y los recursos de quien lo transita.
No existe un periodo determinado, ni tampoco una forma acertada o errónea de llevarlo a cabo: el duelo no sigue un guión fijo ni tampoco la sistemática de un calendario preestablecido. Cada persona siente a su manera y puede padecer diferentes altibajos a lo largo de su proceso. Por eso es tan importante que todo/a aquel/la que ha perdido a un ser querido disponga del tiempo que precise para superar su dolor y adaptarse a la nueva situación.
No obstante, el duelo se vuelve preocupante cuando:
En esos casos, puede tratarse de un duelo complicado y se recomienda acudir a un profesional de la salud mental especializado en procesos de duelo y pérdidas.
Contar con un espacio de apoyo profesional no significa acelerar el proceso ni “arreglar” lo que duele, sino poder transitarlo acompañado/a, desde la escucha, la comprensión y sin presiones externas.
Si sientes que este momento te sobrepasa o simplemente necesitas un lugar seguro donde poder hablar, puedes ponerte en contacto conmigo. No tienes por qué vivirlo todo solo/a.