Hola, soy Cris, y quiero darte una cálida y sincera bienvenida.
Si has llegado hasta aquí, es posible que tú o alguien cercano esté atravesando un momento complicado, quizás uno de los más difíciles de su vida. Si es así, lamento mucho que estés pasando por esto. Puede que te sientas desorientado/a, sin fuerzas o con la sensación de que avanzar es cada vez más difícil. Tal vez enfrentes pensamientos que no te animas a compartir, una pérdida que ha cambiado por completo tu forma de ver el mundo o una crisis que parece no tener solución. Sea cual sea tu situación, quiero que sepas que no tienes por qué afrontarla solo/a. Aunque ahora parezca imposible, aquello que hoy se siente roto puede repararse o transformarse en algo nuevo. Estoy aquí para acompañarte en este proceso. [+]
¡Da un primer paso. Bríndate una oportunidad. Pide ayuda!




Prevención del suicidio e intervención en crisis
Si tienes un familiar con ideación suicida, buscar apoyo psicológico no solo es importante para esa persona, sino también para ti. Vivir una situación así puede generar ansiedad, miedo, mucho estrés, agotamiento emocional y una profunda sensación de impotencia. Acudir a un psicólogo/a especializado/a en prevención del suicidio y acompañamiento a familiares puede ayudarte a entenderr lo que está ocurriendo, saber cómo actuar y cuidar también de tu propia salud mental.
Puedes acudir a un psicólogo/a sanitario especializado/a en prevención del suicidio, que ofrezca tanto terapia individual como orientación familiar. Estos profesionales están especialmente preparados para guiarte en el proceso, ayudarte a comunicarte mejor con tu ser querido y proporcionarte estrategias para afrontar el día a día con mayor entereza ante una situación tan difícil de sobrellevar.
Por otra parte, si tú o alguien cercano a ti os encontráis en un momento tan delicado como es la muerte por suicidio de un ser querido, también existen grupos de apoyo para familiares y allegados, donde poder compartir con otros de manera segura, sentirse comprendido sin juicios y encontrar alivio en la compañía de quienes han pasado por experiencias similares.
Y si lo que estás viviendo ahora es una crisis personal intensa y sientes que necesitas ayuda urgente, es fundamental que te apoyes en alguien de confianza o que contactes con alguien que realmente pueda ayudarte. Puedes recurrir de inmediato a las siguientes líneas telefónicas de apoyo y/o recursos especializados, donde profesionales capacitados te escucharán y acompañarán en este instante tan crítico y de tanto sufrimiento para ti las 24 horas del día, los 365 días del año.
Recuerda: no estás solo/a. Buscar ayuda no es un signo de debilidad, sino un acto de amor y responsabilidad contigo y con quien lo necesita.
Aunque ahora todo te parezca demasiado y te cueste verlo, hay formas de estar mejor y poder encontrar una salida, con personas cualificadas para caminar contigo. Da el paso. Pide ayuda.
Duelo y Pérdidas
En líneas generales, los estudios reflejan un promedio de una duración entre uno y dos años. Sin embargo, la realidad es bien distinta, puesto que a cada uno/a le lleva su tiempo y cada uno/a necesita su propio tiempo: el tiempo es relativo, orientativo y no se ajusta por igual ni de manera uniforme a todos los dolientes.
Los primeros meses suelen ser los más intensos emocionalmente, y muchas personas comienzan a notar una ligera mejoría entre los 6 y 12 meses tras la pérdida. Aun así, es completamente normal que el dolor resurja en fechas significativas o en momentos delicados, incluso años después.
Partimos de la base de que el duelo es un proceso connatural a la vida que se experimenta ante la pérdida de un ser querido y depende de múltiples factores en función de la persona, sus circunstancias y el contexto en el que se halle.
Se trata de una experiencia profundamente humana y universal que todos/as vivimos en algún momento de la vida tras una pérdida significativa; y, aun así, cada uno/a la vive de manera única.
El duelo no es un proceso lineal o estandarizado. Al contrario. Es dinámico, cambiante y fluctúa con con el paso del tiempo, el vínculo perdido, las circunstancias de la pérdida y los recursos de quien lo transita.
No existe un periodo determinado, ni tampoco una forma acertada o errónea de llevarlo a cabo: el duelo no sigue un guión fijo ni tampoco la sistemática de un calendario preestablecido. Cada persona siente a su manera y puede padecer diferentes altibajos a lo largo de su proceso. Por eso es tan importante que todo/a aquel/la que ha perdido a un ser querido disponga del tiempo que precise para superar su dolor y adaptarse a la nueva situación.
No obstante, el duelo se vuelve preocupante cuando:
En esos casos, puede tratarse de un duelo complicado y se recomienda acudir a un profesional de la salud mental especializado en procesos de duelo y pérdidas.
Contar con un espacio de apoyo profesional no significa acelerar el proceso ni “arreglar” lo que duele, sino poder transitarlo acompañado/a, desde la escucha, la comprensión y sin presiones externas.
Si sientes que este momento te sobrepasa o simplemente necesitas un lugar seguro donde poder hablar, puedes ponerte en contacto conmigo. No tienes por qué vivirlo todo solo/a.
Familiares y entorno
Acompañar a un ser querido que atraviesa un periodo de duelo puede ser profundamente delicado. A menudo no sabemos qué decir o cómo actuar, no obstante, tu presencia y apoyo sincero pueden marcar una gran diferencia para mostrarle al otro una verdadera disponibilidad emocional.
Aquí te comparto algunas pautas clave:
Estar presente, sin presionar. A veces no hace falta decir nada. Ni tan siguiera es necesario hablar. Basta con estar ahí, disponible y con una actitud de acogida emocional. Tu compañía silenciosa, respetuosa y constante puede ser más valiosa que cualquier consejo innecesario y más reconfortante que cualquier palabra indebida. Escucha con atención, sin interrumpir, sin juzgar y sin intentar cambiar lo que siente.
Valida sus emociones. Es normal que tu familiar y/o allegado exprese tristeza, rabia, confusión, culpa e incluso alivio. No minimices su dolor con frases como “tienes que ser fuerte” o “el tiempo lo cura todo”. Evítalas a toda cosa. En su lugar, reconoce empáticamente su dolor y lo que siente: “Imagino lo duro que debe ser” o “Estoy aquí para ti”.
Respeta sus tiempos. Cada persona es única y cada duelo también. Cada uno/a vive el duelo a su manera y también a su ritmo. Evita imponer plazos o expectativas sobre cómo y cuándo “debería” sentirse mejor. El proceso de duelo no es lineal ni predecible. Estar cerca de quien queremos también significa acompañar sin imponer, aceptando —y dejando— que quien lo atraviesa transite su proceso de la forma en que lo necesite.
Ayuda con lo cotidiano. A menudo, las rutinas cotidianas o las tareas más simples pueden volverse abrumadoras y hacer que la persona se vea sobrepasada. Ofrece tu ayuda de manera práctica con acciones concretas como hacer la compra, preparar la comida, hacer recados, acompañar al médico, recoger a los niños, encargarte de gestiones o simplemente acompañar en lo diario que facilite su día a día. Estos gestos alivian y muestran tu apoyo.
Anímale a buscar ayuda profesional. Si notas que el dolor no disminuye con el tiempo o que surgen señales de alarma como aislamiento, desesperanza o pensamientos nocivos o autolesivos hacia sí mismo/a, sugiérele con cariño que recurra a un profesional de la salud mental especializado en procesos de duelo y pérdida (o intervención en crisis y/o conducta suicida si llegado el caso resulta necesario).
¿Estás acompañando a alguien en duelo y te sientes perdido/a?
Recuerda que también tú necesitas recursos y apoyo. Poder recibir orientación profesional puede ayudarte para saber cómo actuar con sensibilidad y eficacia, sin cargar con todo a solas.
Si te estás preguntando cómo poder ayudar de la mejor manera, puedes contactar conmigo. Juntos/as podemos buscar una forma de acompañar con especial cuidado, adaptándonos a tu situación concreta.
Salud mental y autocuidado
Empecemos por el principio: hay que normalizar la necesidad de pedir ayuda y recibirla sean cuales sean las circunstancias que llevan a una persona a contar con apoyo psicológico.
No existe un único motivo ni un momento exacto para acudir a terapia. Algunas personas lo hacen cuando el malestar es evidente, otras cuando sienten que no pueden con todo, y muchas simplemente porque intuyen que necesitan un espacio para sí mismas. Lo importante es saber que no es necesario esperar a estar al límite para pedir ayuda.
Puedes necesitar acompañamiento profesional si experimentas alguno de los siguientes síntomas o signos de forma frecuente o prolongada:
En este sentido, también es importante que sepas que puedes acudir al psicólogo/a aunque no tengas síntomas graves, ya sea para mejorar tu autoestima, tomar decisiones importantes, aprender a manejar el estrés o desarrollar habilidades personales y relacionales.
En cualquier caso, si algo en tu interior te está diciendo que no puedes con todo o que necesitas un espacio para ti, escúchalo.
Acudir a un/a profesional de la salud mental puede ayudarte a comprender lo que estás viviendo y encontrar nuevas formas de cuidarte. No dudes en contactarme porque quizá éste sea el momento. Buscar ayuda psicológica es el primer paso hacia tu bienestar.
Consultas prácticas sobre mis sesiones
Las sesiones de terapia psicológica tienen una duración aproximada de 50 minutos, tanto en formato presencial como online. Este tiempo permite trabajar en profundidad y con el foco de atención puesto en los temas importantes sin generar fatiga emocional y sin que el proceso resulte emocionalmente abrumador.
En algunos casos puntuales, como son las sesiones de intervención en crisis, ese tiempo es orientativo ya que en líneas generales puede variar significativamente.
En cuanto a la frecuencia, no existe una fórmula única que estandarice el proceso terapéutico. Cada persona responde a unas motivaciones, necesidades y particularidades individuales diferentes y, por tanto, cada proceso también.
En la mayoría de los casos, lo más habitual es comenzar con una sesión semanal, sobre todo, si la persona se encuentra en una fase de mayor vulnerabilidad, está atravesando una situación de crisis, momentos de mayor malestar o el motivo de consulta requiere de una recomendable continuidad que se adecúe a las circunstancias. Esta regularidad favorece una relación terapéutica de confianza y al mismo tiempo permite avanzar de forma sostenida en la dirección deseada. Con el tiempo, y siempre en función del estado emocional, la evolución del proceso y el criterio clínico, las sesiones podrán ir espaciándose de forma progresiva.
Cada persona tiene su propio ritmo, y parte del trabajo terapéutico también consiste en respetarlo. Por ello, vamos revisando juntos/as cuándo tiene sentido ajustar la frecuencia o el enfoque de las sesiones, de manera que el acompañamiento siga siendo provechoso y conveniente.
En mi consulta psicológica tanto en Madrid como en Las Rozas, la frecuencia y duración de la terapia se adaptan siempre a tu situación emocional, momento vital, ritmo personal y objetivos de trabajo.
Lo importante es que sientas que tu espacio de terapia te es útil y está ahí para ti cuando y como lo necesitas, sin presiones, ni exigencias adicionales.
Iniciar un proceso terapéutico no es una decisión menor. No siempre es fácil decidir cuándo pedir ayuda. Sin embargo, hacerlo, puede abrirte a la experiencia de optar por un camino distinto y en mayor sintonía con lo que necesitas en este momento.
Si estás valorando comenzar o retomar un proceso de acompañamiento, puedes contactarme. Estaré aquí para orientarte y encontrar juntos/as la forma que mejor se adapte a ti y a lo que estás viviendo.