
A veces uno no sabe si lo que siente es “normal”, pero sabe que ya no puede -o no quiere- seguir igual. Pedir ayuda no siempre es una urgencia, sino simplemente una decisión sabia.
Empecemos por el principio: hay que normalizar la necesidad de pedir ayuda y recibirla sean cuales sean las circunstancias que llevan a una persona a contar con apoyo psicológico.
Todos necesitamos ayuda en algún momento de nuestra vida y tener la posibilidad de que un profesional de la salud mental nos acompañe en esos momentos de dificultad es un acto de autocuidado y honestidad hacia uno/a mismo/a completamente sincero, genuino y de responsabilidad valiente.
Eso, y el hecho de que, por otra parte, no necesariamente necesitamos hallarnos en momentos de vulnerabilidad para ir a terapia, sino simplemente responder a inquietudes y motivaciones intrínsecas que satisfagan la necesidad de llevar a cabo procesos de acompañamiento que nos ayuden a seguir creciendo y evolucionando a lo largo de la vida en la dirección deseada en nuestro particular viaje de autodescubrimiento.
Para cualquiera de los dos escenarios la ayuda psicológica ES perfecta.
Asociamos —con mucha rapidez, ligereza y equivocación— pedir ayuda psicológica con un acto de debilidad o un acto innecesario de señalamiento hacia la persona.
Tengamos amplitud de miras, normalicemos y, sobre todo, contribuyamos a romper con el estigma de la salud mental y el silencio de ésta misma.
A veces, la vida se complica, los días se hacen cuesta arriba y se empieza a sentir que algo no va bien, aunque no se sepa exactamente qué.
No existe un único motivo ni un momento exacto para acudir a terapia. Algunas personas lo hacen cuando el malestar es evidente, otras cuando sienten que no pueden con todo, y muchas simplemente porque intuyen que necesitan un espacio para sí mismas. Lo importante es saber que no es necesario esperar a estar al límite para pedir ayuda.
Puedes necesitar acompañamiento profesional si experimentas alguno de los siguientes síntomas o signos de forma frecuente o prolongada:
Tristeza constante, vacío emocional o desesperanza.
Ansiedad intensa o dificultad para controlar las preocupaciones.
Problemas para dormir o descansar, cambios en el apetito o energía.
Dificultad para gestionar emociones como la rabia, la culpa o la frustración.
Pensamientos negativos recurrentes sobre ti mismo o sobre el futuro.
Aislamiento, pérdida de interés por las cosas que antes te motivaban.
Dificultad para superar una pérdida, trauma o cambio importante.
Pensamientos suicidas o sensación de no poder más.
En este sentido, también es importante que sepas que puedes acudir al psicólogo/a aunque no tengas síntomas graves, ya sea para para mejorar tu autoestima, tomar decisiones importantes, aprender a manejar el estrés o desarrollar habilidades personales y relacionales.
Y, de igual modo, puedes necesitar acompañamiento profesional si no identificas los síntomas, pero si algunas de las sensaciones que, a continuación, te comparto:
Lo que sientes, piensas o haces te genera un malestar continuado o te está afectando en tu día a día.
Te cuesta funcionar con normalidad en los diferentes ámbitos de tu vida, ya sea en lo personal, familiar, laboral, académico o social.
Has intentado manejarlo por tu cuenta, pero sientes que nada termina de ayudarte.
Te notas emocionalmente desbordado/a, agotado/a o sin recursos para enfrentar la situación.
Experimentas tristeza prolongada, ansiedad, insomnio, apatía, irritabilidad o cambios de humor que te afectan a ti o a quienes te rodean.
Has perdido el interés por lo que antes te motivaba, o te sientes desconectado/a de ti mismo/a.
Notas que estás intentando calmar el malestar distrayéndote de forma compulsiva o haciendo cosas que, aunque momentáneamente te alivian, pero en el fondo no te hacen sentir mejor (como consumir más, comprar sin control, aislarte o engancharte a pantallas).
Tienes pensamientos negativos recurrentes o incluso ideas de muerte, sobre ti y el futuro.
Estás atravesando una pérdida significativa, una crisis vital o un cambio importante y necesitas orientación.
En cualquier caso, si algo en tu interior te está diciendo que no puedes con todo o que necesitas un espacio para ti, escúchalo.
Acudir a un/a profesional de la salud mental puede ayudarte a comprender lo que estás viviendo y encontrar nuevas formas de cuidarte. No dudes en contactarme porque quizá éste sea el momento. Buscar ayuda psicológica es el primer paso hacia tu bienestar.
Busca la ayuda de profesionales especializados. Son quienes mejor podrán asistirte porque SON quienes específicamente están capacitados y cualificados para atenderte ya que poseen las habilidades y herramientas necesarias para evaluar la situación y brindarte el acompañamiento que necesitas.
Si tienes un ser querido que está atravesando un momento difícil, recuerda que tu atención y apoyo pueden ser el impulso que necesita para encontrar el camino hacia la recuperación.
Y si eres TÚ quien está sufriendo o estás pasando un momento nada fácil de sobrellevar, no decaigas, mantén la esperanza: hay ayuda.
Sea lo que sea lo que te pase, cuéntalo, compártelo, ayúdate y ayúdame a ayudarte si tu deseo es contactarme.
Si estás en un momento de crisis y/o necesitas ayuda en este preciso instante, por favor, haz uso de los recursos de ayuda que tienes a tu disposición los 365 días del año, las 24 horas del día:
112, teléfono de emergencias.
Línea 024 de atención a la conducta suicida.
Fundación ANAR para la ayuda a niños/as y adolescentes: 900 20 20 10.