Cuando duele respirar: ¿qué puedo hacer?

Cuando duele respirar: ¿qué puedo hacer?

El peso que sientes no es para siempre: respira profundo, no estás solo.

¿Qué hacer si siento que no puedo más?

Cuando el dolor pesa demasiado, lo más importante es entender el momento de crisis. Hablar de suicidio nunca es fácil, y mucho menos cuando el dolor que se experimenta en un momento de crisis parece no tener salida. ES una realidad devastadora que, a menudo, quienes la atraviesan sienten que no tienen a dónde recurrir, que la carga emocional es insostenible y que las soluciones parecen inexistentes. Este sufrimiento, abrumador y silencioso, lleva a plantearse decisiones extremas que no surgen de la falta de amor por la vida, sino de un deseo desesperado de que el dolor termine.

El momento más difícil no es el final, es no saber qué hacer. Estar en una crisis vital es enfrentarse a una tormenta interna que nubla la capacidad de ver más allá del presente. La mente puede sentirse atrapada, como si estuviera encerrada en un bucle de pensamientos negativos, alimentando sentimientos de inutilidad, culpa o vacío. Sin embargo, entender que estos momentos no definen a la persona, sino que son parte de un proceso que puede ser transformado con la ayuda adecuada se presenta como algo completamente crucial.

Reconocer que se está en crisis y en un momento de dificultad por el que nos podamos estar viendo sobrepasados ES admirable. Admitir que las emociones se han vuelto incontrolables no es sinónimo de debilidad, sino el primer paso hacia una recuperación consciente y el deseo de una vida distinta. Este reconocimiento y la identificación de todo ese cúmulo de “cosas” y circunstancias por las que nos estamos sintiendo tan sobrecargados y/o desbordados, también, (nos) permite abrir la puerta a un cambio y buscar las herramientas necesarias y los recursos disponibles a nuestro alcance para superar ese incesante estado de tanto dolor y sufrimiento.

ES fundamental buscar apoyo en personas de confianza, ya sea un amigo cercano, un familiar, un allegado de tu entorno o un profesional especializado. Hablar de lo que está ocurriendo alivia la carga emocional y posibilita que otros ayuden a desmenuzar los pensamientos, las emociones, los sentimientos y las sensaciones que tanto abruman, angustian o sobrecogen. Aunque parezca muy difícil, expresar lo que se siente valida ese dolor tan grande que se alberga en tu interior y favorece encontrar una perspectiva diferente. No me hagas caso a mí. Haz la prueba y compruébalo por ti mismo/a.

En momentos de crisis, recurrir a líneas de ayuda, los servicios de emergencia, centros de atención especializados o hacerte con los profesionales especialmente facultados para ello puede ser lo que marque la diferencia entre hundirse en el aislamiento o recibir el apoyo inmediato necesario. Estos recursos y profesionales están diseñados para escuchar sin juicio, proporcionar orientación y actuar como un salvavidas en momentos de desesperación.

Y una cosa más: esencial tener en cuenta y entender que la crisis NO es permanente. Aunque el dolor pueda sentirse interminable, es un estado que puede transformarse con el tiempo, la atención adecuada y el acompañamiento apropiado. Nadie tiene por qué vivir en un estado de sufrimiento constante, y cada pequeño paso hacia la búsqueda de ayuda es una muestra de aliento y esperanza. Con paciencia y perseverancia, ES posible redescubrir el valor de la vida, incluso desde el dolor y sufrimientos más profundos e intensos.

Aliviar tu dolor comienza con un gesto. Superar una crisis no significa resolver todos los problemas de una sola vez, sino apostar por adoptar una nueva dirección en nuestro camino que nos permita construir una red de apoyo, hacernos con herramientas que nos hagan posible avanzar y dotarnos de los recursos más convenientes individualmente a partir de los que salir airosos y más fortalecidos si cabe. Profesionales capacitados, como psiquiatras y psicólogos especializados en la prevención del suicidio y la conducta suicida están ahí para brindar el apoyo requerido haciendo uso de las estrategias y manejo más efectivos.

No estás solo/a en tu dolor. Hay personas que se preocupan por ti y profesionales que están capacitados para escucharte y ayudarte a salir adelante. No tengas miedo de pedir ayuda, tu vida importa y por supuestísimo vale la pena ser vivida como solo TÚ mereces: con plenitud y significado.

Cada día es una oportunidad para un comienzo diferente. Por más agobiante y asfixiante que resulte la crisis o el momento tan complejo y espinoso en el que te halles inmerso y con aparente callejón sin salida: hay esperanza. Confiar en que, con el apoyo adecuado, este momento de dolor puede convertirse en una etapa fortalecedora de crecimiento. Dar el paso y permitirse descubrir otras opciones donde EXISTE la salida. Como he señalado antes, si es tu caso: No me hagas caso a mí. Haz la prueba y compruébalo por ti mismo/a.

Es cierto no voy a negarlo. Hay momentos en los que ese dolor emocional tan opresivo y esa angustia tan apabullante y arrolladora se sienten físicamente, hasta el punto de que cada respiración supone un esfuerzo titánico. Aquí es donde más debes recordarte que esa sensación de vértigo, desesperación y ahogo NO es eterna y que, aunque parezca imposible, puedes encontrar alivio.

Si crees que éste es uno de esos momentos pon en marcha alguna de las siguientes acciones y activa tus sentidos en la dirección indicada:

  • Respira profundamente aquí y ahora: Las técnicas de respiración profunda pueden ayudarte a calmar tu cuerpo y tu mente. Intenta inhalar por cuatro segundos, sostener la respiración durante otros cuatro y exhalar en seis. Repite el ejercicio tantas veces como sea necesario. Tómate tu tiempo.

  • Busca palabras de apoyo: Hablar con alguien de confianza puede mitigar y aligerar esa presión que sientes en el pecho. Compartir tu dolor puede ayudarte a liberarlo y reducir la carga que estás llevando: aligera el peso de tu mochila.

  • Escribe lo que sientes: A veces, plasmar en papel tus pensamientos y emociones puede aliviar la carga mental. No importa si lo haces de manera desordenada; lo importante es expresar lo que llevas dentro.

  • Permítete descansar: Es normal sentirse agotado cuando se está atravesando un momento difícil o cuando nos asaltan momentos de crisis donde el malestar y el nerviosismo están presentes. Prioriza momentos de descanso. Date un respiro.

  • Enfócate en pequeñas acciones inmediatas: Haz algo sencillo como beber agua, darte una ducha o escuchar una canción que te relaje. Estas pequeñas tareas pueden romper el ciclo de los pensamientos negativos que puedas estar teniendo.

  • Practica el “anclaje” y concéntrate en el presente: Toca algo físico como un objeto suave, siente la textura o el peso, o describe lo que ves a tu alrededor. Algo como esto puede ayudarte a salir del torbellino mental en el que te hallas inmerso.

  • Piensa en algo o alguien que te importe: Puede ser un recuerdo, una mascota, un ser querido o un proyecto personal. Reconecta con aquello que le da sentido a tu vida, aunque ahora te cueste verlo.

Fundamental: busca la ayuda de profesionales especializados. Son quienes mejor podrán asistirte por SON quienes específicamente están capacitados y cualificados para atenderte ya que poseen las habilidades y herramientas necesarias para evaluar la situación, intervenir en el manejo de situaciones y conversaciones difíciles, brindarte el tratamiento oportuno y actuar con rapidez en situaciones críticas. Tenlo claro: apoyo y asistencia de profesionales, especializados y competencialmente preparados.

Sea lo que sea lo que te pase, cuéntalo, compártelo, ayúdate y ayúdame a ayudarte si tu deseo es contactarme.

Si estás en un momento de crisis y/o necesitas ayuda en este preciso instante, por favor, haz uso de los recursos de ayuda que tienes a tu disposición los 365 días del año, las 24 horas del día:

  • 112, teléfono de emergencias.
  • Línea 024 de atención a la conducta suicida.
  • Fundación ANAR para la ayuda a niños/as y adolescentes: 900 20 20 10.