Cuando la vida pesa demasiado: comprendiendo el dolor y la desesperanza.

Cuando la vida pesa demasiado: comprendiendo el dolor y la desesperanza.

Cuando el peso del dolor invisible nubla el horizonte, reconocer el sufrimiento y buscar ayuda puede cambiarlo todo.

Mentiría si dijese que no existen momentos en los que la vida puede llegar a sentirse angustiosa y demasiado lúgubre, donde la desesperanza pesa y donde la sensación de ser una carga para los demás se instaura con fuerza en nosotros. En esos momentos, cuando el aislamiento aparece como única opción viable es precisamente cuando el apoyo humano y profesional se torna más necesario si cabe. Sentirse solo/a en medio del dolor es posible, pero eso no significa que uno/a realmente lo esté, especialmente, cuando hay personas dispuestas a escuchar(te), a comprender(te) y a caminar contigo en ese proceso.

El sufrimiento emocional y el profundo dolor psicológico pueden hacer que el futuro (nos) parezca inexistente o que cualquier esfuerzo por cambiar la situación hasta resulte inútil. Sin embargo, el dolor no es estático ni tampoco eterno. Aunque ahora parezca imposible, pueden hallarse formas de aliviar el peso que uno/a lleva dentro, y (sin dudarlo por un instante) la ayuda especializada es clave para ello. Aferrarse a una única opción es limitarse a una visión que no deja ver otras posibilidades, cuando en realidad existen caminos que pueden llevarnos a diferentes horizontes no contemplados. Hacerse con herramientas eficaces que, a su vez, activen nuestros recursos vitales internos a partir de los que lograr reconectar con aquello que da sentido a la vida y adoptar un nuevo estilo de afrontamiento que albergue la generación de otras perspectivas alternativas que permitan recuperar el control de tu vida y la confianza en el futuro ES posible.

Las emociones intensas pueden -y de hecho lo hacen- nublar la percepción de la realidad y hacernos que todo parezca un callejón sin salida. Pero lo cierto es que incluso en las circunstancias más adversas, más difíciles, más duras y más amargas HAY ESPERANZA. Existen profesionales que han dedicado su vida a comprender este dolor y a ofrecer apoyo sin juicio, sin presión, sin prisas y con el acompañamiento que cada persona necesita a su propio ritmo. Pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino un acto de valentía genuina y una oportunidad para encontrar nuevas formas de afrontar lo que estás sintiendo, lo que estás viviendo y lo que estás atravesando junto a alguien a quien de verdad vas a importarle.

Si tú que me estás leyendo sabes de lo que hablo y has atravesado, incluso, intentos previos sin un adecuado seguimiento o la ayuda profesional precisada, es posible que sientas que nada ha cambiado y que la lucha sigue siendo la misma. Nada más lejos de la realidad: el acompañamiento adecuado puede marcar la diferencia. No estás destinado/a a perpetuar tu situación de sufrimiento una y otra vez. Con el apoyo apropiado, puedes aprender a gestionar las emociones de otra manera, encontrar significado en lo que vives y recuperar la conexión contigo mismo/a y con los demás.

No estás solo/a en esto y, aunque hoy la desesperanza domine tu mundo, existen otras vías hacia una nueva forma de vivir donde el cambio es posible. Da el primer paso, busca apoyo, permite que te ayuden. La vida, con todas sus complejidades, puede volver a tener sentido.

Busca la ayuda de profesionales especializados. Son quienes mejor podrán asistirte porque SON quienes específicamente están capacitados y cualificados para atenderte ya que poseen las habilidades y herramientas necesarias para evaluar la situación, intervenir en el manejo de situaciones y conversaciones difíciles, brindarte el tratamiento oportuno y actuar con rapidez en situaciones críticas. Tenlo claro: apoyo y asistencia de profesionales, especializados y competencialmente preparados. Existen profesionales, grupos de apoyo y personas dispuestas a caminar contigo en este proceso. Con el tiempo y el acompañamiento adecuado ES posible encontrar maneras de seguir adelante sin olvidar, pero sin quedar atrapado en el dolor.

Si tienes un ser querido que está atravesando un momento difícil, recuerda que tu atención y apoyo pueden ser el impulso que necesita para encontrar el camino hacia la recuperación.

Y si eres TÚ quien está sufriendo o estás pasando por el duelo de un ser querido por suicidio, por favor, no decaigas, mantén la esperanza: hay ayuda, hay personas que se preocupan profundamente por tu bienestar, y hay una salida, incluso si ahora parece difícil de encontrar. A veces, el comienzo de un nuevo rumbo ES pedir ayuda. Soy consciente de que dar el primer paso puede ser difícil, pero no tienes que hacerlo solo/a.

Sea lo que sea lo que te pase, cuéntalo, compártelo, ayúdate y ayúdame a ayudarte si tu deseo es contactarme.

Si estás en un momento de crisis y/o necesitas ayuda en este preciso instante, por favor, haz uso de los recursos de ayuda que tienes a tu disposición los 365 días del año, las 24 horas del día:

  • 112, teléfono de emergencias.
  • Línea 024 de atención a la conducta suicida.
  • Fundación ANAR para la ayuda a niños/as y adolescentes: 900 20 20 10.