El duelo: un camino sin prisas, sin reglas, pero con apoyo.

El duelo: un camino sin prisas, sin reglas, pero con apoyo.

Cuando navegar en el dolor de la pérdida y afrontar la ausencia de un ser querido se torna abrumador, encontrar apoyo y sentido en el camino puede hacer que la herida se transforme en recuerdo y amor.

Perder a alguien significativo supone un golpe que sacude todas las bases de la vida hasta el punto de cuestionar cualquiera de sus cimientos. El mundo parece quedarse en silencio y la soledad se vuelve abrumadora. El dolor es profundo, las emociones se encuentran a flor de piel y la sensación de vacío puede parecer insoportable. El futuro puede parecer un abismo cuando aquel o aquella a quien amamos ya no está, y la incertidumbre puede generar ansiedad y bloqueo. La realidad es que, en esos momentos, el mundo no para y sigue girando, pero para quien atraviesa el duelo, todo parece detenerse en el preciso instante de la pérdida.

Comprender que cada proceso es único y que no hay un tiempo “idóneo" e incluso “suficiente” para recuperarse ES fundamental para transitar esa tan indeseable y dolorosa experiencia, sin culpas ni presiones, sin comparaciones ni expectativas autoimpuestas, ni tampoco exigencias innecesarias.

La negación, la rabia, la tristeza profunda o la culpa son respuestas naturales a la pérdida. No hay emociones indebidas en el duelo: todas son válidas y no inadecuadas. Lo importante es permitirse sentir y avanzar al propio ritmo, sin invalidar o ignorar lo que ocurre en nuestro interior. A menudo, la sociedad exige que las personas "superen" la pérdida rápidamente, como si el duelo tuviera un plazo definido o pudiera resolverse ipso facto o de acuerdo a nuestros deseos y voluntades, sin considerar que cada proceso es único y que forzar una recuperación apresurada solo genera más sufrimiento y desconexión emocional.

Curar nuestro corazón lleva su tiempo. El duelo duele porque amamos. No es olvidar, ni dejar atrás, sino aprender a vivir con la ausencia de una manera diferente. Algo como esto requiere de algo a lo que igualmente no estamos acostumbrados/as, como es mostrar amabilidad hacia uno/a mismo/a porque, sí, esto también necesitamos aprehender a ponerlo en práctica si queremos no resultar demasiado duros/as con nosotros/as mismos/as y nuestras propias e inevitables sensaciones y emociones originadas en el camino andado.

Uno de los mayores desafíos del duelo es la sensación de que la vida ha perdido sentido. La rutina se desmorona, los proyectos parecen irrelevantes y el futuro se siente incierto sin la persona que se ha ido. Las emociones fluctúan de manera impredecible, las relaciones pueden volverse distantes o tensas, y hasta las actividades cotidianas más simples pueden sentirse agotadoras o carentes de propósito. La mente, incluso, a veces es capaz de jugarnos malas pasadas ya que en su afán de protegernos del golpe de la pérdida nos aboca a la negación, haciéndonos quedar atrapados/as en una sensación de irrealidad que involuntariamente puede llegar bloquear nuestro proceso de recuperación.

Es aquí donde el acompañamiento profesional se convierte en un recurso ganador mediante el que poder ofrecer herramientas que contribuyan a aceptar la realidad sin sentirte desbordado/a, fomentar la conexión con redes de apoyo, reconstruir significados que permitan reconectar con la vida, dar sentido a la pérdida y reconstruir la identidad personal, honrar el vínculo con la persona objeto de duelo explorando formas simbólicas de mantener una conexión significativa sin quedarse anclado en el sufrimiento, y avanzar progresiva y paulatinamente sin culpa.

Las fechas importantes, los lugares compartidos y los recuerdos pueden convertirse en detonantes de un dolor agudo. Evitarlos no siempre es la mejor solución, pues el duelo necesita espacio para expresarse. Afrontar estos momentos con el apoyo adecuado permite que el impacto emocional se maneje de manera saludable y que poco a poco se recupere el equilibrio y la reconexión con uno/a mismo/a, la capacidad de encontrar alivio en los recuerdos y la confianza en que es posible seguir adelante sin olvidar.

Resulta tan cierto como increíble que la vida no nos espere o que no se detenga ante el dolor, el sufrimiento, la angustia y la aflicción de nuestra pérdida. Pero también es tan innegable como evidente que, con el tiempo, la tristeza puede dar lugar a la gratitud por los momentos compartidos, y la ausencia puede convertirse en un recuerdo que nos acompañe sin destruir o sin doler tan intenso y profundo. Nadie debería transitar este camino solo/a. Buscar ayuda no borra el dolor, pero puede hacer que el viaje sea más llevadero, más humanizado, más compasivo y menos solitario.

Busca la ayuda de profesionales especializados. Son quienes mejor podrán asistirte porque SON quienes específicamente están capacitados y cualificados para atenderte ya que poseen las habilidades y herramientas necesarias para evaluar la situación, intervenir en el manejo de situaciones y conversaciones difíciles, brindarte el tratamiento oportuno y actuar con rapidez en situaciones críticas. Tenlo claro: apoyo y asistencia de profesionales, especializados y competencialmente preparados. Existen profesionales, grupos de apoyo y personas dispuestas a caminar contigo en este proceso. Con el tiempo y el acompañamiento adecuado ES posible encontrar maneras de seguir adelante sin olvidar, pero sin quedar atrapado en el dolor.

Si tienes un ser querido que está atravesando un momento difícil, recuerda que tu atención y apoyo pueden ser el impulso que necesita para encontrar el camino hacia la recuperación.

Y si eres TÚ quien está sufriendo, por favor, no decaigas, mantén la esperanza: hay ayuda, hay personas que se preocupan por ti y hay una salida, incluso si ahora parece difícil de encontrar. A veces, el comienzo de un nuevo rumbo ES pedir ayuda.

Sea lo que sea lo que te pase, cuéntalo, compártelo, ayúdate y ayúdame a ayudarte si tu deseo es contactarme.

Si estás en un momento de crisis y/o necesitas ayuda en este preciso instante, por favor, haz uso de los recursos de ayuda que tienes a tu disposición los 365 días del año, las 24 horas del día:

  • 112, teléfono de emergencias.
  • Línea 024 de atención a la conducta suicida.
  • Fundación ANAR para la ayuda a niños/as y adolescentes: 900 20 20 10