
Cuando sostenerlo todo resulta insostenible y cuidar sin medida es descuidarse, recibir ayuda se presenta como el mejor recordatorio de volver ti.
La respuesta es SÍ, y mucho.
Sentirse desbordado emocionalmente no siempre está ligado a un solo motivo. A veces, es la acumulación de muchas pequeñas renuncias, exigencias internas, dificultades para parar o pedir ayuda, o el peso de responsabilidades con el que llegado el momento ya no puedes sostener como antes. Cuando esa sobrecarga comienza a afectar a tu descanso, a tu estado de ánimo, a tus relaciones o a tu capacidad incluso de estar presente y no poder responder a lo cotidiano con la facilidad con la que venías haciéndolo hasta hace un tiempo, es un claro indicativo de que conviene prestarte atención. A veces no se trata de hacer más, sino de parar y reconsiderar cómo te encuentras realmente.
La terapia puede ayudarte a identificar qué te está sobrepasando y por qué, darte un espacio para pausar o ralentizar tu ritmo, escucharte, y ofrecerte herramientas que alivien y aligeren esa sensación de saturación que muchas veces se lleva por delante tu bienestar. Dar cabida a lo que realmente es importante para ti, sin presiones ni autoexigencia, es el acto de autocuidado más beneficioso que puedes ofrecerte, y lo mejor de todo es que no tienes que hacerlo solo/a.
Por otra parte, en no pocos casos, esa sensación de desbordamiento está vinculada a la dificultad de poner límites. Decir “Sí” cuando en realidad querrías decir “No”, sentir culpa al priorizarte o posponer continuamente lo que necesitas por atender lo de los demás son señales frecuentes de cómo establecer límites no solo se te torna difícil, sino que a la vez es algo que te resulta imprescindible cambiar, especialmente, si lo que está en juego es tu bienestar porque tu salud mental empieza a resentirse por intentar lidiar con más de lo que le corresponde. Eso también es algo que se trabaja en terapia.
Aprender a poner límites no es algo que surja de forma natural en todos las personas ni tampoco se trata de una habilidad con la que necesariamente todos/as sepamos manejarnos. Muchas veces son la consecuencia del histórico de las historias personales, los diferentes patrones aprendidos o las inseguridades adquiridas que, sin darnos cuenta, condicionan nuestras relaciones, nuestras experiencias, nuestras creencias y, por consiguiente, nuestra forma de entender el mundo y vivirlo.
En un proceso terapéutico se te ofrece la oportunidad de trabajar aspectos clave como:
Reconocer qué te impide o dificulta marcar límites (miedo al rechazo, necesidad de aprobación, baja autoestima, creencias heredadas, etc.).
Comprender de dónde viene esa sobrecarga y cómo regular tu malestar emocional.
Aprender a satisfacer tus necesidades, ser asertivo/a y decir “no” con determinación y sin sensación de culpabilidad o egoísmo alguno por ello.
Recuperar el control sobre tu tiempo, energía y toma de decisiones.
Establecer relaciones más sanas, equilibradas y respetuosas donde tú te sientas parte importante.
Cualquier oportunidad que se presente para fortalecer tu autoestima y aprender a definir con claridad y serenidad los límites que deseas trazar, sin miedo al conflicto ni a decepcionar a los demás es la adecuada. Si sientes que tu momento ha llegado, contacta conmigo y da el primer paso.
Tu forma de relacionarte con los demás también habla de cómo te relacionas contigo. Si estás en ese punto en el que te supera o “te pesa” de manera desmedida decir que “No”, pero al mismo tiempo también te agota y menoscaba tus verdaderas intenciones, dejando de lado tus propias necesidades y motivaciones, al seguir diciendo “Sí”, hay que trabajarlo.
Busca la ayuda de profesionales especializados. Son quienes mejor podrán asistirte porque SON quienes específicamente están capacitados y cualificados para atenderte ya que poseen las habilidades y herramientas necesarias para evaluar la situación y brindarte el acompañamiento que necesitas.
Es el momento de detenerte y preguntarte si en este intento constante de no fallar a los demás, te estás fallando a ti. Empezar a cuidarte sin sentir que (te) traicionas y no desdibujar quién eres porque cuidarte no debería hacerte sentir en deuda ni culpable, y poner límites tampoco tendría que significar perderte en el camino. A veces, lo más importante no es (pre)ocuparte de todo, sino empezar a (pre)ocuparte de ti.
Cuando todo te supera y no sabes por dónde empezar, reconocerlo ya es un paso, y dejarte acompañar puede ser el siguiente. A veces, el comienzo de un nuevo rumbo ES pedir ayuda, puesto que no tienes que resolverlo todo tú solo/a sin apoyo.
Sea lo que sea lo que te pase, cuéntalo, compártelo, ayúdate y ayúdame a ayudarte si tu deseo es contactarme.
Si estás en un momento de crisis y/o necesitas ayuda en este preciso instante, por favor, haz uso de los recursos de ayuda que tienes a tu disposición los 365 días del año, las 24 horas del día: