
Cuando la vida se (nos) hace difícil y (nos) pesa demasiado, reconocer el límite abre posibilidades y se presenta como la señal inequívoca de necesitar ayuda inmediata, sabiendo que la salida ya no pasa por seguir aguantando en silencio.
Lo primero y fundamental: sí o sí pedir ayuda.
Llegar al límite no es el final, es el principio del camino.
Si sientes que ya no puedes más, que el malestar te sobrepasa y has llegado a un límite difícil de soportar, es importante que sepas que no estás solo/a, y que ese dolor que hoy parece insoportable, puede aliviarse si el peso no lo sostienes tú solo/a. Estar —y sentirse— al límite emocional es una señal inequívoca de que necesitas ayuda y apoyo inmediatos.
Este tipo de momentos críticos pueden aparecer por múltiples razones como pueden ser la acumulación de circunstancias difíciles, un dolor emocional sostenido, un desgaste anímico profundo que ha(ya) pasado desapercibido o un sufrimiento sobrecogedor desde el que no atender a ver otras alternativas de salida. Cada persona es única y su situación particular también.
A menudo, quien lo vive lo hace en silencio, con la sensación errónea de que nadie más puede entenderlo o de que incluso uno/a mismo/a “debería poder con todo”. Pero no es así. Pedir ayuda es precisamente un acto de fortaleza y de responsabilidad maravillosa con uno/a mismo/a.
Algunas sugerencias por si te encuentras en esa situación o conoces a alguien que lo esté:
Habla con alguien de confianza. Comparte lo que sientes con una persona cercana. A veces, poner en palabras lo que uno/a lleva dentro es el primer paso para encontrar algo de alivio. Expresar lo que sientes, aunque no encuentres las palabras exactas, puede darte un respiro.
Busca ayuda profesional. Un/a psicólogo/a especializado/a puede ayudarte a comprender qué te está pasando y ofrecerte la ayuda que necesitas en este preciso instante para salir de este momento, aunque hoy no lo veas así. La intervención temprana puede marcar la diferencia. Y la prevención aún más.
Evita tomar decisiones en momentos de desesperación. En momentos de crisis, la intensidad del dolor puede nublar el juicio y hacer que tus pensamientos ahora solo estén filtrados por el dolor hasta el punto de llegar a distorsionar lo que piensas e influir nocivamente en tu forma de ver las cosas. El estado emocional en el que te hallas —de tristeza, angustia, desesperanza o agotamiento emocional— está afectando a la forma en que percibes la realidad, piensas sobre ti mismo/a, los demás o el futuro. Respira, espera, busca apoyo y recuerda: lo que sientes hoy no será así para siempre.
Contacta con recursos de emergencia si lo necesitas y haz uso de las líneas telefónicas de apoyo (OJO!!! Está vinculado a otro sitio de la web). Si te sientes en peligro o con pensamientos persistentes de hacerte daño, existen líneas de atención inmediata que pueden ayudarte. No estás solo/a. Tu vida importa. Tú importas.
A veces, el paso más difícil es reconocer que ya no puedes más. Pero justamente ahí, puede empezar algo nuevo. Pedir ayuda no cambia todo de un día para otro, pero sí abre la posibilidad de empezar a hacerlo distinto.
Si estás en ese punto, el momento de pedir ayuda es ahora. Buscar apoyo psicológico especializado puede ayudarte a entender un dolor tan profundo y de gran carga emocional sin tener que atravesarlo tú solo/a en silencio y en soledad.
Busca la ayuda de profesionales especializados. Son quienes mejor podrán asistirte porque SON quienes específicamente están capacitados y cualificados para atenderte ya que poseen las habilidades y herramientas necesarias para evaluar la situación, intervenir en el manejo de situaciones y conversaciones difíciles, brindarte el tratamiento oportuno y actuar con rapidez en situaciones críticas.
Si tienes un ser querido que está atravesando un momento difícil, recuerda que tu atención y apoyo pueden ser el impulso que necesita para encontrar el camino hacia la recuperación.
Y si eres TÚ quien está sufriendo o un momento nada fácil de sobrellevar, por favor, no decaigas, mantén la esperanza: hay ayuda, hay personas que se preocupan profundamente por tu bienestar, y hay una salida, incluso si ahora parece difícil de encontrar. A veces, el comienzo de un nuevo rumbo ES pedir ayuda. Soy consciente de que dar el primer paso puede ser difícil, pero no tienes que hacerlo solo/a.
Sea lo que sea lo que te pase, cuéntalo, compártelo, ayúdate y ayúdame a ayudarte si tu deseo es contactarme.
Si estás en un momento de crisis y/o necesitas ayuda en este preciso instante, por favor, haz uso de los recursos de ayuda que tienes a tu disposición los 365 días del año, las 24 horas del día:
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