
El dolor de una pérdida por suicidio es difícil de imaginar y aún más de sobrellevar. No exige respuestas, sino presencia y disponibilidad para convertirse en el mayor apoyo y en realidad en lo más valioso que puede ofrecerse para romper con la soledad y el silencio que tanto pesa y aísla, dando un respiro.
Acompañar a un amigo/a que ha perdido a un ser querido por suicidio puede resultar abrumador. Muchas veces no sabemos qué decir o tememos hacer daño, sin embargo, nuestra presencia y apoyo pueden marcar una gran diferencia. Este tipo de pérdida suele vivirse con un dolor profundo, confusión, culpa o desconcierto, y a menudo se acompaña de silencio o aislamiento, por lo que estar disponible emocionalmente ya supone un muy buen soporte, además de un acto de cuidado hacia la persona que te importa.
¿Cómo puedes ayudar?
Escucha sin juzgar. No intentes buscar explicaciones ni ofrecer respuestas. Simplemente mantente a su lado estando presente, en silencio si es necesario. Eso ya es un acto de cariño.
Evita frases hechas. Aunque bienintencionadas, pueden resultar dolorosas o profundamente hirientes. No opines, ni tampoco trates de dar explicaciones. Consuela su dolor, validando sus emociones. Quédate cerca, y en silencio si no sabes qué decir. No tener respuestas, pero estar ahí es lo único que importa.
Respeta su ritmo. No apresures o aceleres el proceso ni esperes que “lo supere” pronto. El duelo de la muerte por suicidio es complejo y requiere estar presente sin invadir, acompañando de manera respetuosa los tiempos y las necesidades de la otra persona.
Ofrece ayuda concreta. Desde acompañarlo a una cita hasta preparar una comida, hacer un recado o proponer un paseo. A veces las palabras sobran, pero los gestos hablan por sí solos, alivian y muestran que estás cerca, incluso cuando no las hay o simplemente no se tienen.
Anímale —y ayúdale— a buscar apoyo profesional. Puedes sugerirle profesionales especializados, grupos de apoyo o asociaciones en las que poder apoyarse, e incluso acompañarle si lo desea.
Importante: no necesitas tener todas las respuestas. No estás ahí para dar respuestas, sino para suponerle un refugio empático y disponible, sin exigencias, que como amigo/a resulte ser lo más valioso que puedas ofrecerle en este momento.
Acompañar a alguien que queremos en su dolor no es fácil, y tampoco deberíamos hacerlo solos/as si tenemos la posibilidad de contar con el apoyo para que así sea, cuidando y sin llegar a perdernos a nosotros/as mismos por la fragilidad del camino en curso.
Si sientes que este momento te está superando, tienes dudas o no sabes qué hacer para poder ayudarlo/a, el momento de recibir el soporte oportuno es ahora. Comprender tu particular situación puede ser la mejor manera de ofrecer un apoyo efectivo, sin dejarte a ti de lado en el camino.
Busca la ayuda de profesionales especializados. Son quienes mejor podrán asistirte porque SON quienes específicamente están capacitados y cualificados para atenderte ya que poseen las habilidades y herramientas necesarias para evaluar la situación, intervenir en el manejo de situaciones y conversaciones difíciles, brindarte el tratamiento oportuno y actuar con rapidez en situaciones críticas.
Si tienes un ser querido que está atravesando un momento difícil, recuerda que tu atención y apoyo pueden ser el impulso que necesita para encontrar el camino hacia la recuperación. En determinadas circunstancias, que sea otro/a quien se atreva a dar un primer paso por nosotros/as permaneciendo a nuestro lado y empezar por hablarlo es un pequeño gran acto de amor incondicional y de cuidado hacia uno/a mismo/a.
Y si eres TÚ quien está sufriendo o sintiendo que lo que estás viviendo te supera o simplemente necesitas un espacio seguro y confiable para abrirte y sentirte comprendido, por favor, no decaigas, mantén la esperanza. Dar ese paso también forma parte del cuidado. A veces, el comienzo de un nuevo rumbo ES pedir ayuda. Soy consciente de que dar el primer paso puede ser difícil, pero no tienes que hacerlo solo/a.
Sea lo que sea lo que te pase, cuéntalo, compártelo, ayúdate y ayúdame a ayudarte si tu deseo es contactarme.
Si estás en un momento de crisis y/o necesitas ayuda en este preciso instante, por favor, haz uso de los recursos de ayuda que tienes a tu disposición los 365 días del año, las 24 horas del día:
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